ARCHIVO PARA REPASAR ESCUELAS HELENÍSTICAS

29.04.2013 22:51

La Filosofía Helenística – Prof. Manuel Calleja Salado

I.E.S. Luis de Camoens (Ceuta)

 

 Generalidades sobre el Helenismo

El término “helenismo” describe el movimiento cultural, que se dio en el Mediterráneo oriental, en Asia menor y en Mesopotamia, que se caracteriza por la síntesis entre las culturas autóctonas y la cultura griega clásica. En un sentido estricto dura desde la muerte de Alejandro Magno en el año 323 a.C. hasta el sometimiento de Grecia a los romanos en el año 168 a.C., y en sentido amplio desde la muerte de Alejandro hasta la muerte del emperador romano Marco Aurelio, en el año 180 d.C. El helenismo no es sólo un fenómeno de síntesis entre una cultura dominante y otras culturas dominadas. El helenismo es también una experiencia social e individual que se refleja en la cultura. Los cambios sociales fueron de tal calado que no eran fácilmente digeribles por la mentalidad clásica y, además, se sucedieron una serie de acontecimientos que hirieron profundamente la sensación de seguridad de los hombres y mujeres de ese tiempo.

El imperio de Alejandro Magno, que luego se fragmentó en diversos reinos en manos de sus lugartenientes, según el testamento del rey macedonio, destruyó definitivamente la estructura política de pólis, apareciendo fuertes centros políticos centralizados en manos de un monarca, generalmente hereditario. Los individuos dejaron de sentirse identificados con sus comunidades políticas, especialmente porque no contaban con ninguna forma de participación activa y eran de unas dimensiones tan grandes que trascendían el conocimiento y la capacidad para relacionarse de un individuo particular, pues el gobernante más cercano era un funcionario que gobernaba en nombre del monarca, el cual vivía alejado y aislado en un palacio, con la consideración de ser casi un dios.

Junto a las circunstancias de estructura política, se produjeron fenómenos que causaron la inquietud general. Las guerras eran continuas y su destrucción y ferocidad cada vez mayores. Las hambrunas y las epidemias se generalizaron. Las revueltas eran cotidianas. El sentimiento de seguridad de los seres humanos se resquebrajó y nació, en su lugar, un sentimiento de angustia. Dodds llama al Helenismo “la edad de la ansiedad”. La ansiedad se refleja especialmente en la escultura helenística, que expresa sentimientos extremos y orgiásticos, lo cual contrasta en grado sumo con la serenidad clásica. Consecuencia de todo ello es que la Filosofía Helenística se preocupe más por cuestiones éticas y antropológicas que por las científicas y ontológicas. Evidentemente no todo fue negativo para las personas que vivieron el Helenismo. La extensión de la cultura griega llevó a la adopción del griego como lengua común de comunicación para toda esa área geográfica. Naturalmente era un griego diferente al griego clásico, especialmente al de los autores clásicos de la tragedia o al de

Platón. Era un griego simplificado, con un vocabulario más escaso y menos recursos estilísticos. Pero este griego común, “griego koiné”, cumplía a la perfección la finalidad que tenía, era el medio de comunicación entre personas de pueblos diferentes y distanciados.

 

 El Epicureismo

Epicuro de Samos (341-270) es el fundador de esta escuelas de Filosofía Helenística, que lleva su nombre. A los catorce años se marchó para ser discípulo de Demócrito, el principal atomista. Luego habitó en diversas ciudades griegas hasta que, en su madurez, se instaló en Atenas para fundar su propia escuela filosófica. Esa “edad de la ansiedad” provocaba el dolor físico y moral de las personas, lo cual llevó a muchos a entregarse al disfrute del placer por el placer, lo que se conoce como Hedonismo. El centro del pensamiento epicúreo es la reflexión sobre el placer y el dolor.

La física y la escasa ontología de Epicuro no son originales, sino que sigue con bastante cercanía los principios fundamentales del atomismo. La originalidad la encontramos en la teoría sobre el ser humano y su comportamiento. Los seres humanos buscamos el placer por naturaleza y huimos del sufrimiento, también por naturaleza.

− El placer tiene dos dimensiones, una que es la del goce (dimensión positiva) y otra que es la de cese del sufrimiento (dimensión negativa).

− El sufrimiento tiene también las dos mismas dimensiones, la positiva y la negativa. La dimensión positiva del sufrimiento es el dolor, sea del tipo que sea, mientras que la dimensión negativa es la desaparición del placer. Cuando disfrutamos de un placer (de un goce) debemos tener en cuenta que, cuando este placer desaparezca, padeceremos un sufrimiento producido por la ausencia del placer de la misma intensidad y duración, al menos, del placer que hemos vivido. Ello lleva a Epicuro a considerar que hay que evitar el disfrute de placeres intensos, porque a lo único a lo que nos llevaría, sería a un sufrimiento intenso. Para no vivir un continuo cambio de sufrimiento y placer, en el que inevitablemente triunfará el sufrimiento, hay que moderar los placeres hasta su extinción. El estado en el que los seres humanos nos encontramos en un situación en la que no sentimos ni placer ni dolor la denomina la “ataraxia” (“la no herida”, etimológicamente). La pérdida del placer no es, realmente, la única causa del sufrimiento. La principal causa del sufrimiento es el miedo, que anticipa el propio sufrimiento. El miedo tiene cuatro modalidades: el miedo a los dioses, el miedo a la muerte, el miedo al dolor y el miedo a los hombres. Epicuro propone una medicina intelectual a estos cuatro miedos, el célebre

tetrapharmakón:

1. Si los dioses existen, no nos debemos preocupar de ellos, porque ellos tampoco se preocupan de los seres humanos.

2. No debemos temer la muerte, porque, cuando nosotros somos la muerte no es y, cuando la muerte es, nosotros no somos.

3. No hay dolor que no desaparezca y la desaparición de dolor es un gran placer.

4. Sólo tiene a los hombres el que algo espera de los demás seres humanos. Sólo el que tiene alguna injusticia que esconder vive en inquietud. No debemos esperar nada de los hombres ni cometer ninguna injusticia, para no tener que esconderla.

Epicuro, al igual que Platón y Aristóteles, también fundó un círculo de discípulos y una institución de enseñanza, conocida como “El Jardín”. Para conseguir la

“ataraxia” hay que rodearse de unas circunstancias adecuadas, como es la huida de la vida en la sociedad y la amistad. El Jardín era algo parecido a lo que actualmente es un monasterio, un lugar donde los discípulos del epicureismo se retiraban a cultivar el conocimiento y la amistad con aquellos que buscaban lo mismo que ellos.

 

 El Estoicismo

Zenón de Citio es el fundador de esta corriente de pensamiento, que se ha convertido en una auténtica forma de afrontar la existencia. El estoicismo recibe su nombre del lugar donde empezó a reunirse el primer círculo de discípulos: la Estoa o puerta de Atenas. Esta escuela partía de un fuerte determinismo natural, es decir, todo obedece a una serie de causas necesarias y, por tanto, inevitables. De esta forma el ser humano lo que debe es conformarse con las determinaciones de la naturaleza, conformarse con el destino. Para vivir conforme al destino, conforme a las determinaciones de la naturaleza, debemos controlar las pasiones, que siempre nos llevan a vivir fuera de la propia naturaleza. El control de las pasiones debe llevarse de tal modo que el ser humano no se alegre por lo bueno, no se entristezca por lo malo ni espere nada del futuro. La situación en la que el ser humano ha controlado las pasiones la denominan “apatía” (apathía), esto es, ausencia de pasiones y sentimientos. La conformación del individuo con la naturaleza puede dar la impresión de que los estoicos eran personas que despreciaban su realidad social circundante. Ésta fue la gran paradoja del estoicismo. Los estoicos, especialmente los estoicos romanos de la llamada “Estoa nueva”, fueron reformadores sociales y políticos, precisamente porque consideraban que las circunstancias y hechos sociales y políticos no se acomodaban con la necesidad natural.

 

 El Escepticismo

El escepticismo es una corriente de la Filosofía Helenística que mantiene la imposibilidad de los seres humanos para tener un conocimiento absolutamente cierto de la verdad. La finalidad del escepticismo también era moral, consistente en evitar el sufrimiento que el quebranto de las creencias y seguridad produce en las personas. El principal representante del escepticismo fue Pirrón. Los seres humanos únicamente podemos conocer verdades parciales y provisionales, en el mejor de los casos. Proporcionan cuatro argumentos para fundamentar su postura:

 

1. Perspectiva: el punto de vista de cada uno de los seres humanos modifica la realidad que se quiere conocer. Tanto los intereses personales como los colectivos cambian lo que cada cual conoce. No entraremos dos seres humanos que ante un mismo objeto tengan el mismo conocimiento.

2. Costumbre: el ser humano pertenece a una sociedad que le proporciona una serie de costumbres. Las costumbres sociales que forman parte fundamental de la forma de conocer del individuo condicionan nuestro conocimiento, por ello una cultura considera bueno y verdadero lo que otro considera falso o malo.

3. Historia: el transcurso del tiempo nos ha demostrado que lo que considerábamos antes como absolutamente verdadero, ahora puede ser tenido como absolutamente falso. La historia del conocimiento es la historia del descubrimiento de las verdades que creíamos seguras e irrefutables.

4. Condicionamiento espacio-temporal: los seres humanos vivimos en un espacio y tiempo determinados y no podemos de estar dentro de ese tiempo y espacio concretísimo que habitamos. Por el contrario la verdad es universal, entre otras cosas, independiente del tiempo y del lugar. Nuestro conocimiento, también condicionado espacio-temporalmente no puede conocer realidades no espaciotemporales, como la verdad absoluta.

 

 Cinismo

Los cínicos no sólo eran críticos radicales a la sociedad helenística en la que vivían, sino que llevaban esa crítica a la práctica. Una vida humana plena era aquélla que se desarrolla conforme a la naturaleza, rechazando todo lo que fuera una convención humana.

Los cínicos no aceptaban la vida normal porque estaba fundada por principios puramente humanos, por lo que ellos mismos abandonaron la sociedad, dejaron sus propiedades y vivieron a la intemperie. Nunca formaron una escuelas no se reunieron. Eran seres individuales que se autoexpulsaban de la comunidad humana para poder reírse de todos. Con su vida ponían de manifiesto que los seres humanos valoran cosas que realmente no son imprescindibles y no se preocupan de lo verdaderamente importante.

Una anécdota ilustra a la perfección la mentalidad de los cínicos. Se cuenta que Diógenes, un cínico, vivía desnudo deambulando por Atenas, para tapar su impudicia estaba dentro de un tonel. Alejandro Magno fue a Atenas y quiso conocer a Diógenes. Cuando se encontró ante el cínico le dijo que le pidiese lo que quisiera, Diógenes le contestó: “apártate Alejandro, que me tapas la luz del sol”.

 

Otras corrientes helenísticas

Las Filosofía de Platón y de Aristóteles no desaparecieron durante el Helenismo, al contrario, nacieron escuelas neoplatónicas y neoaristotélicas. El epicureismo, el estoicismo, el escepticismo, el neoplatonismo y el neoaristotelismo se fueron mezclando en doctrina eclécticas, que hacen muy diferentes clasificar a muchos autores en una sola corriente.

 

Las escuelas helenísticas que hemos expuesto, de una forma necesariamente sintética y típica, han tenido trascendencia en la Historia de la Filosofía más como formas de vida y reflexiones éticas que en otras disciplinas filosóficas. Su influjo es constatable incluso en pensadores de la actualidad.